martes, 8 de abril de 2008

Recepción del premio

Gracias. Gracias a todos. Me conmueven vuestros aplausos. La verdad este es uno de esos momentos que uno no sabe qué decir. Después de tantos meses de entrenamiento, de perfeccionamiento de la técnica, ha llegado la recompensa. Aquí está, este pequeño trozo de metal con una plaquita grabada que me habéis otorgado y que ahora sostengo. No lo es tanto por el magnífico cheque que lo acompaña, pues al fin y al cabo es sólo dinero, y como tal, sé que de un modo u otro acabaré malgastándolo. Si el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra, yo no debo ser humano. Siempre gasto el dinero en lo que no debo. (Risas). Pero bueno, yo a lo que vengo a hablar aquí no es de mis múltiples errores, sino de mi triunfo, triunfo que no me pertenece a mí sólo en modo alguno, triunfo que no debo dejar de caer en la egolatría que tanto me pierde a veces y que algunos de vosotros conoceréis de cerca. Porque sin vosotros este premio no tendría sentido. (Aplausos). Sé que esto lo dicen muchos vencedores de concursos de la más variada índole, pero yo lo digo con absoluta sinceridad. Porque para empezar mi triunfo ha sido un fruto de la subjetividad de una votación anónima. No se me ha votado, lo reconozco, por mi calidad objetiva, hay rivales que sé que se lo merecian más que yo. (Aplausos). Bueno, pues que se jodan. (Risas). En fin, esto puede hacer parecer que este premio tiene menos valor que el que puede otorgar un jurado especializado. En cierto sentido elitista esto es cierto. (Silencio). Pero decidme, quién necesita a las élites pudiendo salir de cañas con el pueblo llano. (Aplausos). Sí, eso es. Quién necesita a las élites. Yo no. Aunque a veces las envidie. (Silencio). Eso es todo. Gracias. (Aplausos).

1 comentario:

Anónimo dijo...

Si alguna vez en mi vida llego a ganar algún premio de algo, sea lo que sea, te pediré ayuda para el discurso... ;)

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