martes, 15 de abril de 2008

Sexo textual

La relación entre escritor y lector es una completa sumisión. El escritor se presenta amordazado y maniatado por los límites de sus propias palabras. Ofreciéndote un trozo verbal de sí mismo. Leer es follártelo desde el anonimato. Una violación silenciosa que empieza por acercar la mano hasta el cuerpo del texto, dejándola resbalar por dentro de los pantalones hasta que los apéndices se juntan. Puedes afrontarlo moviendo los labios, repitiendo las sílabas hasta que se confundan con una respiración fuerte. Dejándote llevar por los adverbios de lugar. Aquí. Por los de tiempo. Ahora. Desabrochando los botones construidos a partir de preposiciones. Deslizando los dedos entre líneas, apropiándote de unas ideas ajenas para fagocitarlas una y otra vez. Y se continúa con el ritmo impuesto entre los dos, un presente perfecto, acelerando poco a poco, pones al texto contra la pared y lo fuerzas, lo exprimes aprentando su piel contra las uñas, arañas un último suspiro y así llega el jadeo del orgasmo con la palabra final. Después sólo falta abandonar al escritor vejado y esperar. Esperar hasta que se produzca un nuevo encuentro. Porque esa triste espera es lo único que nos quedará.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo creo que es al revés... quién es el que está encima, sino el que escribe; la persona que consigue que con sus propias palabras, en textos como éstos, el pobre lector quede a su merced y entregue cada parte de su ser, aunque sólo dure unos segundos, aunque sobrevenga un final... Pero somos tuyos ese ratito, y tú lo sabes...


F

Yago Galleta dijo...

Yo también creo que alegremente es al revés. El escritor nos agarra a su voluntad y nos hace sudar la mente con sus palabras, siendo incapaces de escapar reptando por el suelo hasta la puerta, por que todas sus letras y sus ideas nos presionan la piel con la fuerza de unas manos que obstruyen las muñecas. Y los ojos solo pueden quedarse en negro y sobrevivir a la avalancha de palabras, por que escapar al sudor del libro es prácticamente imposible.

Y luego queda ese sabor de boca en el cerebro que hace que esperemos como yonkis irrecuperables en la puerta de la librería a recibir nuevas noticias suyas solo por volver a sentir esa humedad en la garganta y en los ojos una vez más.

Anónimo dijo...

más que violación es sexo consentido.. es dejarse hacer, no? y si, de escritor a lector... el escritor es que le lleva la voz cantante, el que decide, y el lector disfruta, si es que aguanta leyendo hasta el final...

Anónimo dijo...

Creo que has hecho esto para joder y que, sabiendo que el resto de la gente opina lo contrario, opines eso, haciéndote único.

Unknown dijo...

El acto comunicativo oral se caracteriza por ser bilateral, emisor y receptor se intercambian constantemente los papeles formando un dialogo; es por lo cual, por decirlo de alguna manera, una forma cooperativa e impositiva de transferencia de información, cada uno de los integrantes esta, de alguna manera, obligado a perpetuar esa hilo conductor.

El escritor en cambio se desnuda comunicativamente hablando. Deja caer pesada y azarosamente las palabras sobre el papel como si fueran sus prendas, para entregarse sumisamente a un desconocido (o muchos) que hay al otro lado de una puerta y del cual no sabe ni su nombre, ni su aspecto, ni mucho peor aun... lo que pretende hacer con el.

Es el lector quien cierra el libro y tira al escritor fuera de sus sabanas después de haber gozado de el. Es el lector quien ordena que vuelva a sus ojos cuando siente la voluntad de hacerlo.

Y es el lector el que una vez ha cansado de ti, le deja en una estantería que metafóricamente podríamos llamar acera.

Me recuerda mucho a otra profesional, pero no recuerdo ahora de cual se trataba.

hekubita dijo...

Buf que locura... yo no te voy a comentar tanto, que a mí eso del escrito de filosofía de cuarto de baño se me da muy mal...

Pero tú sigues siendo igual de grande, chiquillo. Sigue así ^^

Besitos

Anónimo dijo...

Se ve que te gusta que te den caña, por eso escribes tanto ^^

;)

(C)