domingo, 12 de julio de 2009

Minusválido

Para ser más exactos, todo esto comienza conmigo temblando de terror, temblando de tormenta, temblando de catástrofe. Igual que aquel día que soñé que mi padre no tenía cara y me pedía ayuda. En aquel sueño yo no sabía, no podía y no quería ayudar. Sólo conseguí temblar. Pues en ese momento, en este comienzo, en cualquier comienzo, ocurría algo parecido. Estaba ese temblor de los cojones aposentado aquí dentro, impidiendo, cortando, desgarrando algo, y era como tener un deje gangoso o un tartamudeo incrustado en las emociones. Era como ser minusválido. Y yo creía que sólo consistiría en eso, en un comienzo, pensaba que al fin y al cabo sólo era un principio, que después la cosa iría cediendo progresivamente, que cejaría ese estar a punto de llorar. Pero la realidad es que todo iba a ser así: el comienzo, el nudo, el desenlace. El temblor no era la introducción del cuento, era el puto cuento. En ese momento tengo 17 años. Estoy delante de un montón de gente de mi instituto, alumnos, padres, profesores. Sujetando con unas manos incapaces del más mínimo reposo una redacción, mi redacción. Obligado a leer en las fiestas de Navidad del instituto por haber ganado con aquel texto el primer premio del concurso de redacción. Allí no soy más que un animal asustadizo, avergonzado de lo que estoy leyendo. Al borde de la explosión. Es allí donde mi temblor global se transmite a mi voz deformada, a la sala, a los asistentes que empiezan a preocuparse por ese mequetrefe que les está haciendo perder el tiempo. Pero al final consigo acabarlo, rojo, exhausto y enfermo de miedo escénico. Un chico de mi clase se me acerca cuando bajo del escenario, con el papel desecho entre mis manos, y me dice que le ha gustado mucho. No sé si lo decía en serio, para consolarme o porque era un analfabeto funcional. Qué más da.
En ese momento yo tenía 17 años. Ahora tengo 22. Y todavía no he dejado de temblar.

1 comentario:

Yago Galleta dijo...

¿¡Hubo un concurso de redacción!? A mi me pilló muy jóven, tsk, pero Eiriz me martirizó con algo semejante con una redacción mía sobre las moscas. Ahí decidí tener un blog pero luego no me hice mucho caso (en cuanto a temática, tsk). En ese aspecto, tu caso es un éxito rotundo.