domingo, 6 de diciembre de 2009

Don Nadie

Pero yo tengo la sensación de que es mentira. De que el tipo no para de engañarnos, o al menos de engañarse a sí mismo, lo cual nos llevaría a ser engañados por defecto, a participar del engaño primario y creerlo a pies juntillas como algo verdadero, 100% real, cuando no es más que una máscara, o un espejo a lo sumo, el tipo puede escribir: el mundo es en blanco y negro, y, entonces, acto seguido, todos desconfiamos de los colores, decimos: el fucsia no existe (y además es verdad, porque el fucsia no es otra cosa que un rosa mal hecho, un rosa excesivo), o que el azul no existe, o que el amarillo no existe, y lo reducimos todo a negro, blanco y gris. Ni siquiera nos planteamos la posibilidad de que sea ficción. ¿Y si el tipo no puede ver los colores? ¿Estamos siguiendo a un daltónico espiritual? Y si es así, ¿por qué? Yo no tengo la respuesta, pero aporto las preguntas, que ya es mucho más de lo que hacéis ahí, al otro lado, como borregos, borregos en blanco y negro siguiendo lo que dice un mindundi cualquiera como si fuera un faro, un faro plantado aquí como podría estar en cualquier otro lado, un faro absurdo, sobre todo, si tenemos en cuenta que más que iluminar se dedica a ensombrecer, obligando a los barcos a encallar uno tras otro en esta costa, un cementerio de barcos, un cementerio de rocas, un cementerio de borregos a sus pies. No sé quién se cree que es, él, subido a ese estrado que él mismo se ha construido, hablando con toda su petulancia y presuntuosidad, como un esnob de la palabra, niño pijo de las letras, don nadie de la mancha, chulo de párrafo barato, nos hace pensar en su desgracia sin que haya desgracia alguna, derrotista de palo, maldito escritor (que no escritor maldito, que es lo que ya le gustaría ser), prostituta de las frases hechas.
Se conforma con emborracharse y engañarnos, lleva años haciéndolo (since 2007), pero nosotros volvemos como polillas a la bombilla, hipnotizadas, revoloteamos y miramos su obra como si no fuera una bombilla en ciernes de fundirse. Sólo somos meros espectadores de la luz eléctrica, cuando lo que deberíamos hacer es unirnos y gritarle, gritar a la bombilla: sé sincera, deja de mentir, deja de fingir lo que no eres, lo que jamás serás, no eres el sol ni la luna, ni una estrella, ni mucho menos una galaxia cercana, porque sólo eres un filamento de wolframio incandescente y perecedero.
Porque eres tan mortal y patético como nosotras.

Suicídate de verdad, llora de verdad, sangra de verdad.

Nosotras estamos hartas de leerlo.

1 comentario:

Nova Persei dijo...

Levántate y escribe! Las polillas te lo mandan.