martes, 9 de marzo de 2010

Sobre el método inductivo

Al principio yo sólo sabía que el mundo era líquido. Un flotar en la oscuridad y agua, agua salada o dulce, agua como un mar, agua en los pulmones, empapando cada milímetro, ahogando y siendo la única posibilidad, el non plus ultra rígido de estas paredes y este cubículo, mi zulo, el mundo, y no era la falta de luz o la falta de aire, porque no eran opciones a tener en cuenta, era la presencia de fluidos acuosos, vastísimos, allá donde fuera, imposible separarse uno de ellos, era la presencia de oscuridad, la ignorancia de la luz. Luego todo se precipitó y se me presentó el mundo violento, el mundo de la interacción, del aire invadiendo y extirpando todo líquido de mis pulmones, reduciéndolo a la mínima expresión, acorralándolo, y la luz, la puta luz, prendiendo las retinas como pólvora, y el mundo fue paredes blancas, espacios más grandes, barrotes de cuna, caras que se abalanzan sobre ti, dedos que te roban la nariz, el mundo es miedo y ahora no reconozco la oscuridad, sólo es un borrón negro que no es amigo, ahora el agua ha pasado a ser algo meramente restringido a los biberones, los vasos, recipientes que la contienen y retienen, la bañera me pone melancólico y juego a ahogarme y salpico a Eva y a Adán, salpico a toda la creación divina y a los azulejos del baño como un animal liberado, y el mundo parece agrandarse, se expande a la luz del sol y al son del cochecito que rueda sobre las aceras y yo ya no comprendo nada. Después corro por el parque, me lleno las manos de arena, me lleno la boca de arena y toso arena y echo de menos el agua del amnios, mientras me aprendo que el mundo también es egoísmo e insultos, yo voy primero, tonto, raspones en las rodillas, esclavitud de pupitre, horarios, deberes, vacaciones aburridas y fiestas de cumpleaños con coca-cola sin cafeína. Aprendo lo que es estar enfermo, tener dolor, tener fiebre, me aprendo que soy vulnerable, que todo el mundo es vulnerable, aprendo que un abuelo puede morir, aprendo la muerte, aprendo el miedo a morir. Aprendo pero sigo sin entender. Así que me limito a expandir las fronteras del mundo, calles, ciudad, provincia, país, continente, agua salada alrededor, universo. Eso lo saco de un libro, porque nunca he visto el universo. La verdad me da igual: ahora sé que puedo opinar de lo que sea sin haberlo visto. Hablo de Jesucristo mientras me salen granos y sufro la adolescencia. Hablo de penes y de tetas. El mundo me abre nuevas posibilidades exploratorias en mi propio cuerpo, me abre los diques, los poros y los folículos. Y yo me mantengo en mi esclavitud de horarios y deberes, rutina, pero sabiendo que en cualquier momento puede estallar: he visto a compañeros de clase hundirse en el lodo de la desidia. Al tiempo descubro las barras de bar, el mundo ahora también existe de noche, sobre todo de noche, los vómitos inducidos, la sensación de inestabilidad, el mundo puede pasar a ser un lugar tembloroso con sólo ingerir una copa de más, las posibilidades de realidades alternativas se expanden, libros, cine, alcohol: la visión se convierte en algo primordial, las gafas se hacen perennes sobre la nariz, los errores toman constancia en el tiempo: el mundo se convierte en una mierda en todas sus versiones, la vida no vale la pena, que os den por culo a todos, me odio a mí mismo. Entonces el mundo era una enorme resaca, de la cual desperté ya licenciado, buscando trabajo, prostituyéndome por sobrevivir, el mundo es dinero, hipotecas, crisis económica, crisis sentimental, ciclos, el mundo es un cuadro abstracto, una gráfica del IBEX 35, el mundo es Darwin diciéndome que acabe con todos, que tengo que ser el ejemplar superior, que tengo que procrear, casarme, divorciarme, casarme con otra, dejar progenie, amamantarlos con dinero, enseñarles lo que en realidad es el mundo, recordar que me muero, ver cómo los demás se mueren, acortar el tamaño de las calles, dejar los desplazamientos largos para los más jóvenes, yo con ir a la panadería me basta, me duelen las articulaciones, un bastón, otro, una silla de ruedas, el mundo se reduce, se acorta a una cama, unas sábanas, paredes blancas, barrotes de cuna, pañales, una gráfica de electrocardiograma, y vuelve la oscuridad, es un cubículo, un zulo hecho de madera, y tierra sobre ella, mucha tierra sobre ella.

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