viernes, 7 de enero de 2011

Adultez

Millones de adultos como restos de un naufragio mental. Buscando trabajo, hablando de política, decidiendo sus planes de futuro: trabajar, pagar el alquiler, tener pareja, la hipoteca, casarse, tener hijos, criarlos, jubilarse y tener tiempo para hacer algo real antes de morir; o lo contrario, independizarse, vivir solo, trabajar y gastar sólo para uno mismo, compartir cuando toque: regalos, amigos, celebraciones diversas. Adultos que viven y trazan una trayectoria definida. O que deciden no trazar ninguna trayectoria. No importa: todos acaban sus días y se arrepienten de lo que no han hecho. Te cogen del hombro, te aleccionan. Ves en ellos las arrugas como cicatrices del látigo que ha surcado lenta e imperceptiblemente la piel, el pesado escoplo y martillo de un escultor cuyo único objetivo es definir los accidentes del mármol humano hasta llegar al hueso, dejando al final el esqueleto y decir: la obra está terminada. Haz esto, dicen, yo no lo hice y me arrepiento por ello. Haz lo otro, opina el de al lado. Haz lo contrario de lo que yo he hecho. Haz lo que te dé la gana. Todo el mundo tiene derecho a equivocarse. Pero, ¿cuántas oportunidades tenemos? Adultos decepcionados, que ven en los bebés toda la potencialidad que ellos ya han perdido y les hablan como si fueran retrasados. Bebés con todas las ilusiones y sueños por romper. Frágiles e impolutos. Protegedlos, hacedlos eternos, piensan los viejos, a la vez que no se dan del todo cuenta de que los condenan a la fractura con la realidad. Piensa en los Reyes Magos: los adultos son los niños traicionados por la confianza con que creyeron a sus padres. A las mentiras y la felicidad les siguió el desengaño. Creer que en la ignorancia está la felicidad. Dicen que hay que protegerlos y cuidarlos, los obligan a seguir el camino de las decisiones, de las conversaciones de política, de la incertidumbre con que se vive, Milan Kundera lo sabía: nunca sabemos qué debemos querer, porque sólo vivimos una vida. Después juzgamos en base a nuestros errores, en lugar de disfrutarlos en la medida de lo posible. No hagas esto, no hagas lo otro, vive la vida así, año tras año, feliz año nuevo, amén.

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