domingo, 13 de agosto de 2023

Dedicatoria a las cosas que viven dentro de mí

A la jauría de perros salvajes que viven en mi pecho 
y que aúllan por las noches
mientras intento conciliar el sueño.

Al martillo neumático que repiquetea contra las costillas 
pum-pum, pum-pum, pum-pum 
¿quién lo puso en marcha? 
yo desde luego no.

A los trozos de cada persona que he conocido 
y que guardo en botes con formol 
colocados en las vitrinas de mi cabeza; 
hay días que recorro las galerías
como un turista de mi pasado 
caras, manos, trozos de piel 
miradas, despedidas, besos, insultos 
(a veces no puedo evitar la tentación
y me invento al resto la persona
a partir de lo único que conozco:
un pequeño fragmento irregular parduzco).

A la alarma que lleva sonando
treinta y siete años aquí dentro:
es Pedro diciendo que viene el lobo 
una y otra vez, una y otra vez; 
hay veces que no le presto atención 
como si fuera el ruido del tráfico 
pero otras veces no puedo evitar escucharla 
y tiemblo de miedo
mientras acaricio al lobo que descansa en mi regazo.