y que aúllan por las noches
mientras intento conciliar el sueño.
Al martillo neumático que repiquetea contra las costillas
pum-pum, pum-pum, pum-pum
¿quién lo puso en marcha?
yo desde luego no.
A los trozos de cada persona que he conocido
y que guardo en botes con formol
colocados en las vitrinas de mi cabeza;
hay días que recorro las galerías
como un turista de mi pasado
caras, manos, trozos de piel
miradas, despedidas, besos, insultos
(a veces no puedo evitar la tentación
y me invento al resto la persona
a partir de lo único que conozco:
un pequeño fragmento irregular parduzco).
A la alarma que lleva sonando
treinta y siete años aquí dentro:
es Pedro diciendo que viene el lobo
una y otra vez, una y otra vez;
hay veces que no le presto atención
como si fuera el ruido del tráfico
pero otras veces no puedo evitar escucharla
y tiemblo de miedo
mientras acaricio al lobo que descansa en mi regazo.
y que guardo en botes con formol
colocados en las vitrinas de mi cabeza;
hay días que recorro las galerías
como un turista de mi pasado
caras, manos, trozos de piel
miradas, despedidas, besos, insultos
(a veces no puedo evitar la tentación
y me invento al resto la persona
a partir de lo único que conozco:
un pequeño fragmento irregular parduzco).
A la alarma que lleva sonando
treinta y siete años aquí dentro:
es Pedro diciendo que viene el lobo
una y otra vez, una y otra vez;
hay veces que no le presto atención
como si fuera el ruido del tráfico
pero otras veces no puedo evitar escucharla
y tiemblo de miedo
mientras acaricio al lobo que descansa en mi regazo.