lunes, 28 de septiembre de 2009

Acerca del acto de leer

Huele el libro. Es mejor empezar así. Los libros usados son los que huelen mejor. Las camas después de follar son las que huelen mejor. Oler un libro usado es como volver al lugar del crimen, pero no para comprobar que las manchas de sangre siguen en el mismo lugar, sino para volver a cometerlo. Por otro lado, los libros nuevos son como la primera vez. Huelen a miedo al fracaso. Yo huelo como un libro nuevo.
Acaricia el libro. Descubre que está ahí. Comprueba que puede ser reducido a un montón de páginas encuadernadas. Que todo ese papel puede reducirse a ceniza. Que, sea lo que sea lo que tenga escrito, tiene una dimensión física y ocupa un espacio. Que existe. Existe tanto como tu mano que lo toca. Existe tanto como yo escribiéndote. Existe tanto como el cadáver de Sartre.
Ábrelo. Abrir un libro es bajarse la bragueta antes de la masturbación. Es el gesto de separar los labios de un coño. Justo antes de hundir la nariz entre las páginas. Observa con atención, busca su fecha de edición, su índice, su prólogo, su dedicatoria, su clítoris.
Nota tu pulso sujetando su lomo. La erección de algo inminente.
Chúpalo.
Leer no es más que todo lo que va después.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Soy una pervertida y además, los prefiero nuevos.