(...) En fin, como iba diciendo, ¿existe Dios? ¿Dónde encontrar respuestas? A mi entender el estudio de la medicina nos ofrece algunas de las pruebas de que Dios, definitivamente, no existe o, como mucho, de que existe pero en realidad es un cabrón, un tonto o un incompetente. No hay más que pensar en las enfermedades congénitas, las enfermedades mentales, las taras físicas, los niños enfermos, los ancianos que agonizan día tras día en la misma cama, con las mismas gafas nasales imbuyendo oxígeno en sus resecas napias, incapaces de moverse, restringidos al pañal y al cambio postural de la enfermera de turno. Gente que conoce pronósticos infaustos y dice: gracias, doctor; gente que se queda en silencio mirando al suelo; gente que se entera de que el resto de su vida va a convivir con eso. Lo más increíble es que algunos, después de conocer la noticia, y tras muchos años sin hacerlo, vuelven a rezar.
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