miércoles, 8 de diciembre de 2010

Hipócrita

Mirar juntos el cielo nocturno desde el descapotable. Mientras suena Unchained melody. Abrir una botella de champán francés. Ver la espuma derramarse sobre la moqueta del hotel. Las cajas de bombones con forma de corazón. Los poemas ridículos en los que se rima amor con calor. Un ramo de rosas bien caro. El ramo de rosas caído en el suelo al lado de la ropa. Follar al estilo misionero, con las sábanas por encima aunque estemos en verano. Dejarme morir de hipotermia después del hundimiento del Titanic.

Hubo un tiempo en que creía que el romanticismo consistía en esto. Es bastante fácil echarle la culpa a Hollywood. El romanticismo como una especie de estupidez necesaria, una representación teatral en la que las personas se comportan de manera vergonzosa en busca del coito. Es muy fácil hablar de una convención social que obliga a adoptar unos roles, a seguir unos patrones de comportamiento, de lenguaje encubierto, en los que se oculta el objetivo instintivo, se deja como algo implícito, y puedes ver el sexo agazapado dentro del ramo de rosas, de la caja de bombones, sexo en los poemas: puedes encontrar un "follar" mutilado al final de cada te quiero. Se puede deducir que, en una sociedad en la que el capital manda, el dinero es quien decide este romanticismo de cartón-piedra. El dinero compra la careta y el eufemismo. Ya sabes que las chicas de compañía no son putas: son chicas de compañía. Ya sabes que hay muchas formas de acompañar. La gran ficción. Por fin: el amor y el sexo convertidos en un lenguaje de signos y símbolos. Sordomudos de los sentimientos, ¡uníos!

Eso es en lo que yo creía. Ahora toda esa parafernalia no me importa. Al fin y al cabo, quizás el romanticismo ni siquiera exista. O puede que sólo exista como representación de un ideal estúpido e ingenuo. Qué más da, en cualquier caso ya he perdido mi credibilidad. Porque llevo un año aprendiendo a hacer señales de humo con forma de corazón. En un callejón de mi conciencia alguien me llama hipócrita. Otro me defiende y dice que ole mis cojones. Y yo decido huir antes de que comience un debate de prensa rosa.

Con las prisas me olvido del ramo de rosas. Lo siento, le digo, llego tarde a nuestro aniversario. Ella me dice que me quiere. Nos besamos. Etcétera.

Vale, será una ficción, pero bendita ficción.

3 comentarios:

Yago Galleta dijo...

Qué envidia !

Agation dijo...

Estar enamorado es estar con alguien con el que no tienes nada que temer.
Con la persona a la que quieres no tienes motivos para tener miedo. Amar, significa no tener miedo en presencia de alguien con quien puedes florecer del todo, sin importar quién eres.

Anónimo dijo...

Flower power.