Me asomé al pozo de mi vida
y sólo había cristales rotos,
humo
y mal olor.
Acto seguido
me puse enfermo
y puede que bebiera algo de más.
Y quise mostrárselo a los demás,
pero no supe cómo hacerlo, cómo
desnudarse hasta la náusea,
cómo llegar al otro lado,
donde hay algo detrás de los huesos,
algo que los curas llaman alma
y entonces se les llena la boca de alma,
resbala por las comisuras
y ahí no está Dios, es otra cosa,
es un vacío que va de un lugar a otro
como las opiniones,
y la gente opina sangrando por la boca
en este bar que ya no es,
porque hace tiempo que nos hemos bebido la metafísica
hasta agotarla
hasta dejarnos el paladar amargo
en espera de una nueva resaca.
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