Cuando sea el final del mundo, por usar un cliché, alguien gritará una obviedad: vamos a morir todos. Que es verdad, pero da igual que sea el fin del mundo. Vamos a morir todos. Bueno, el caso es que lo grita porque sigue siendo cierto y porque es más inminente. Pues nos morimos todos. O empieza a llover en la calle. Y alguien grita, por eso de imitar el cliché: vamos a mojarnos todos. Y es verdad que se mojan, aunque sólo sea un poco. Porque los paraguas no son perfectos, ya sabes. Nadie había pensado en los charcos.
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