Estamos cavando. No paramos de cavar. Día y noche. Cavamos sin descanso. A veces tengo la impresión de que las palas forman parte de nosotros. De que suplen nuestros brazos. Tierra y palas. Palas que se clavan en la tierra. Palas como manos. Manos como palas. Y cavamos. De tanto cavar hemos llegado a olvidar todo lo demás. Aquí sólo importa el boquete que se abre bajo nuestros pies. Los agujeros. Aquí sólo hay tierra y aire, palas que viajan de la tierra al aire, hombres clavados que cavan y cavan. Sé que si desvío la vista del hoyo podría sentir vértigo. Vértigo de vernos a todos hundir nuestras palas cada vez más profundo. Como si estuviéramos buscando el infierno. Así que prefiero centrar la atención en mi fosa. Porque cada uno debe ocuparse de su fosa. Aquí es importante no distraerse. Y no pensar nunca en este cementerio en ciernes.
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