jueves, 14 de mayo de 2009

El mercado

–Hola.
–Qué desea.
–No lo tengo muy claro, ¿qué me recomienda?
–Yo no recomiendo, sólo vendo. La gente llega, me dice: deseo tal cosa, y yo se lo vendo.
–Comprendo. ¿Y un catálogo o algo así?
–Lo siento, lo que ve es lo que hay.
–Comprendo. Pues quiero una esclava sexual.
–Sólo nos quedan clavos sexuales.
–¿Y eso cómo funciona?
–Por favor, caballero, ¿tengo cara de libro de instrucciones?
–No, supongo que no.
–Si quiere un clavo sexual dígalo y si no déjeme en paz. Tengo mejores clientes que atender.
–¿Y a todos los trata igual?
–No, a los que tienen las cosas claras los respeto.
–Da igual, veamos, quiero un virus contagioso que pueda barrer la estupidez del planeta. Sólo la estupidez, lo demás puede vivir.
–No estará pensando en suicidarse.
–¿Y si fuera así? Se supone que alguien pedía algo y se lo vendía. No mencionó nada de hacer preguntas impertinentes sobre las motivaciones de cada cual.
–En tal caso le felicito, suicidarse es lo mejor que podría hacer. Tenga, su condenado virus. Son X euros.
–¿X? ¿10?
–No. Equis.
–X es 10 en romano.
–Aquí equis es equis. No le busque diez pies al gato.
–Ah, bueno, ¿y el resto de la ecuación? Para despejar la X y saber cuánto le debo.
–El resto depende de usted, amigo. Así que rápido, que no tengo todo el día.
–Tenga 10 euros entonces. ¿Me puede hacer factura?
–¿Pero dónde se cree que está comprando? Aquí ahorramos en papel. Si desea una factura inscríbase en ese listado de la derecha y nosotros ya le gestionaremos en un futuro su dichosa factura.
–Bien, pero oiga, ¿tengo derecho a garantía? ¿Y si el virus no funciona qué?
–Si el virus no funciona supongo que usted sobrevivirá y vendrá a darme la tabarra de nuevo.
–Y además vendré muy molesto. Y puedo llegar a ponerme muy agresivo cuando estoy molesto.
–En tal caso no se preocupe, yo mismo me encargaré de usted.
–Oiga, quiero comprar algo más...
–¿El qué?
–Un Colt 45 y dos balas.
–Sólo nos quedan balas. Colt no quedan.
–¿Y algún otro arma de fuego?
–Sí, nos quedan antorchas.
–¿Y gasolina?
–No, pero tenemos coches.
–¿Y queroseno?
–Oiga, no sea obsceno.
–¿Y poesía?
–¿Qué es eso?
–¿Y una katana?
–Por favor, no se enrolle y decídase por algo en concreto o coja su virus y lárguese.
–Ya se lo he dicho, una katana.
–¿Una katana?
–Quiero una puta katana, sable, espada o cualquier otra puta cosa de metal afilada que se pueda usar para matar.
–Vale, vale. Nos queda una katana roma.
–¿Y tiene un afilador? De katanas, no de lapiceros.
–Tenemos un afilador profesional. Viene con armónica incluída, da paseos por los barrios y las viejas le piden que les afile sus cuchillos de cocina y los hombres sus navajas de afeitar.
–No me sirve. Deme el clavo sexual.
–De acuerdo, tenga. Son Y + 3.
–¿Aceptan tarjeta?
–Depende de qué.
–VISA.
–No, lo siento.
–¿MasterCard?
–Sólo aceptamos tarjetas de visita.
–Ah, entonces espere, tengo por aquí una que me dio un curandero vudú. Tome.
–Debe ser una tarjeta de visita suya, caballero.
–Eh... claro, yo soy el curandero vudú. Tome mi tarjeta.
–Pero si acaba de decir... en fin, ¿me enseña el DNI, señor... Kwolongo?
–Claro, tome.
–¿Por qué no coinciden los datos de la tarjeta con su DNI?
–Porque Kwolongo es mi nombre africano.
–Me parece que tendré que llamar a la policía.
–Oh, no, aún no. Tenía pensado matarle, ese creo que sería un momento más adecuado para avisar a las autoridades.
–Ya sé que tenía pensado matarme. Lo he notado desde el primer momento en que me miró. Debería saber que hace un buen rato que he pulsado el botón de alarma de debajo del mostrador. Dé gracias a mi paranoia, amigo, le he salvado de la cárcel.
–Qué va, en aquel momento sólo quería una esclava sexual. Mis ganas de matarlo han aparecido según trataba con usted. Supongo que eso me deja menos tiempo para cometer el homicidio.
–Ya vienen.

3 comentarios:

Yago Galleta dijo...

A mi este me ha encantado, sea de quién sea en el porcentaje que sea.

Andrómeda dijo...

A mí también. Quiero hacer un trío con vosotros ;P

Anónimo dijo...

Fecha y hora. xD