sábado, 23 de enero de 2010

Goebbels

El amor es propaganda. Nosotros somos los productos y nuestros besos son intervalos publicitarios.
Si te repito mil veces que te quiero acabará por ser verdad. Una verdad cruda, creada sólo para ti a partir de la reiteración: te quiero, te quiero, te quiero.
Te quiero (admirar).
Creemos al otro cuando nos enseñamos las ofertas, los dos desnudos y frágiles (porque todo el mundo es frágil cuando se desnuda), y entonces nos mostramos los defectos de fábrica sin pudor, sin trampa ni cartón.
Te quiero (comprar).
El pecado se llama avaricia. El objeto eres tú, y viceversa. Por eso puedo decirte: eres mi chica. Por eso soy tu chico. Y yo no me doy cuenta del egoísmo que esconde todo esto, de que todo amor es el disfraz de la voracidad por poseer. No me doy cuenta hasta que es demasiado tarde y ya estamos abrazados.
Te quiero (desgastar).
Estamos condenados al consumismo. A usarnos hasta acabar en la basura. Hasta matarnos en un búnker.
El amor es un suicidio compartido. Quizás también sea una mentira.
Pero es mi mentira favorita.

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