Nos gustan las mentiras. Tomamos café descafeinado con leche desnatada sin lactosa. Fumamos cigarrillos electrónicos y exhalamos el vapor con convicción. Hemos creado realidades virtuales lo suficientemente ricas y variadas como para que no tengamos que preocuparnos por vivir lo real. Compramos plantas de plástico en tiestos de plástico para decorar nuestros hogares. Nos damos rayos UVA para fingir que hemos tomado el sol. Hacemos kilómetros en bicicletas estáticas. Miramos hacia la vida a través de pantallas: de televisión, de ordenador, de móvil. Lloramos y reímos por historias inventadas. Bebemos alcohol hasta alterar nuestra percepción del mundo. Creemos en las mentiras que otros escribieron hace miles de años en libros que ahora son considerados sagrados. Hemos llegado hasta este momento de la evolución en el que vamos al supermercado a por los plátanos. Hemos acabado con el concepto de la naturaleza como proveedor: la leche aparece directamente al abrir el Tetra Brik. Hemos roto la cadena, hemos separado a la vaca de su producto. Lo hemos envasado y etiquetado, lo hemos hecho más aséptico, lo hemos apilado en cajas, le hemos puesto un precio. Compramos mentiras, consumimos mentiras. Estamos en ese momento de la evolución en el que hemos cambiado las reglas de la lucha por la supervivencia, ahora el que mejor está adaptado al medio es el que tiene más dinero. Nos gusta el dinero porque es la mayor mentira de todas. La mentira con la que obtenemos todas las demás mentiras. Rendimiento. Cuota. Neto. Interés. Bruto. Deducción. Inversión. Prima. Conceptos inventados para vidas inventadas por monos lo demasiado inteligentes como para soportar el aburrimiento del medio natural. Hace mucho tiempo, empezamos por prenderle fuego a las cosas. Al tiempo creamos los bomberos para cubrir una necesidad que no existía hasta que nosotros la inventamos. Mentira tras mentira, palada tras palada, hasta llegar a la cima de este montículo de estiércol que no es más que la historia de la humanidad. Somos un montón de monos mentirosos que cuando duermen sueñan con androides que sueñan con ovejas eléctricas. La putada vendrá cuando toque despertar.
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