Sabes que algo se ha roto dentro cuando descubres otro cigarro encendido en el cenicero cuando vas a apagar el que tienes entre las manos. Si miras por la ventana verás lo de siempre pero lo verás diferente. Es como tener un tumor en el cerebro, no sabes que lo tienes pero notas algo raro en tu forma de hablar. Quizás deberías ir al médico. Pero lo más seguro es que te diga que no es nada. Y lo peor es que seguramente tenga razón.
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