Estamos envejeciendo. Las cosas son así. Me asusta el comprobar que nos hemos visto inscritos en una carrera absurda a la fuerza. Nunca elegimos participar en ella, nunca dijimos querer llegar a esa meta. Y es esa falta de control, esa imposición externa, lo único que los seres humanos tenemos en común. Lo demás no son más que coincidencias y distracciones para poder soportar la condena y el cansancio.
A pesar de todo nadie se rebela aquí, nadie grita que se detenga esta sucesión imparable, esta espiral de tiempo que no hace más que tender a la enfermedad y a la muerte. Ni siquiera nadie se atreve a preguntar el porqué, a plantear la duda razonable, nadie exige explicaciones. Porque tenemos miedo, miedo a que en realidad no haya respuestas y no entendemos, o preferimos no entender, que esa es precisamente la respuesta: ninguna. Y seguimos acumulando arrugas y canas por dentro y por fuera, coleccionamos deterioros en contra de nuestra voluntad y nadie lo entiende pero todos lo aceptan, se dan palmaditas en la espalda mientras dicen: "las cosas son así". Nos conformamos con la pasividad y, en parte, es comprensible: huir es inútil, el suicidio es inútil. Porque para los fugitivos no hay más que la misma triste meta.
La vida es un callejón sin salida, o, mejor dicho, con una única salida. Estamos atrapados. Y nadie puede hacer nada para evitarlo.
A pesar de todo nadie se rebela aquí, nadie grita que se detenga esta sucesión imparable, esta espiral de tiempo que no hace más que tender a la enfermedad y a la muerte. Ni siquiera nadie se atreve a preguntar el porqué, a plantear la duda razonable, nadie exige explicaciones. Porque tenemos miedo, miedo a que en realidad no haya respuestas y no entendemos, o preferimos no entender, que esa es precisamente la respuesta: ninguna. Y seguimos acumulando arrugas y canas por dentro y por fuera, coleccionamos deterioros en contra de nuestra voluntad y nadie lo entiende pero todos lo aceptan, se dan palmaditas en la espalda mientras dicen: "las cosas son así". Nos conformamos con la pasividad y, en parte, es comprensible: huir es inútil, el suicidio es inútil. Porque para los fugitivos no hay más que la misma triste meta.
La vida es un callejón sin salida, o, mejor dicho, con una única salida. Estamos atrapados. Y nadie puede hacer nada para evitarlo.
1 comentario:
Después de esto yo me criogenizo a ver si en la Wikipedia dentro de 100 años está la respuesta.
Lo más atroz es que con 2 simples cambios esto sería un anuncio de cosmética.
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