lunes, 30 de junio de 2008

Atenea

Si quisiera podría convertirte en literatura. Reducirte a las palabras, intercambiando tu cuerpo por letras organizadas, letras que dibujen tus labios como dos disparos rosas sobre la piel, letras que sangren como tú, que muevan tus tetas mientras corres cuesta abajo y te ríes y las letras también se ríen y entonces tu risa también está escrita y tú estás aquí. Podrías decirme que es mentira, que ya basta de ficciones y de jugar con muñecas hinchables hechas con consonantes, podrías decirme que no quieres la inmortalidad, o al menos esta inmortalidad de páginas polvorientas que es lo único que te puedo ofrecer, este reino de estantería donde puedes ser Dulcinea o Madame Bovary, y a mí no me importa mientras te pueda leer, acudir a tu imagen escrita como a una medicina y llorar ahí, besarte como si fuera la primera vez, decirte al oído algo sobre tus erratas, pequeñas y adorables, y revolcarnos juntos en la cama como ocurre con las mejores novelas. Sí, estarías ahí para siempre, con el lomo encolado hacia fuera esperando que te elija, que te coma. Y yo estaría ahí, viviendo nuestra mentira, y follaríamos cada día, y todas las veces serían como un déjà vu y quizás eso, solamente eso, sea la felicidad, mi dulce y pequeña literatura.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

La vulgaridad hecha belleza y obra de arte por obra y gracia de A. B. G.. ¡¡¡Grande!!!

Adriana Bañares dijo...

Queremos hacer un fanzine de Calidad, y tus textos rebosan de ella.