lunes, 18 de febrero de 2008

Cirugía paliativa

La operación no entrañaba grandes complicaciones. Bajo los focos descansaba el paciente correctamente anestesiado, un joven de 21 años sin antecedentes médicos de interés. El cirujano accedió a la cavidad abdominal por la línea media. Los cortes fueron precisos y en pocos minutos el estómago quedó expuesto. Vamos a ver qué pasa aquí, murmuró el cirujano palpando con curiosidad el saco gástrico, el cual parecía bullir como si allí adentro hubiera algo más vivo de lo normal. Bisturí, pidió alzando la mano a la auxiliar. Con la frialdad de la experiencia dibujó un fino surco con la hoja sobre la superficie satinada. Será que tantos años de ejercicio profesional te convierten en un carnicero impávido. Pero esta vez nadie se esperaba algo así. Un grito ahogado se instaló en el quirófano. A través de la incisión una estampida de mariposas había inundado la estancia. Los presentes se miraron sorprendidos a los ojos. Increíble, dijo el cirujano. Nadie supo decir nada más.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Qué bonito! Mariposas en el estómago...

F

Anónimo dijo...

que deliciosa perversión.

Anónimo dijo...

Son tantas las veces que me quedo sin palabras que voy a empezar a comentarte para demostrar, aunque no haga falta, que yo también disfruto a tu costa.

Por cierto, me gusta mucho la banda sonora.

Anónimo dijo...

Ójala todo el mundo sintiera esa sensación al menos una vez en la vida... Y también aquella persona que se la provoca