sábado, 16 de febrero de 2008

Muñecas rusas

Los hijos entierran a los padres. O al menos es lo normal, puesto que en realidad un hijo no es más que un par de células que consiguieron escapar al naufragio de la vejez de los cuerpos progenitores. Los supervivientes que quedamos al paso de las generaciones somos todavía más fugitivos, somos descendientes de otros supervivientes intentando exportar al menos un gameto hacia el futuro. Tu cuerpo no es más que una extensión de tus antepasados. Puede que no seamos tan especiales, al fin y al cabo. Cada generación que pasa somos más pequeños, como las muñecas rusas. Ahí dentro sólo hay los mismos genes de siempre mezclados con otra proporción, la vieja receta de Darwin. Y es que llegada una edad tu cuerpo te pide de alguna forma tener hijos. Lo llaman evolución. Y no es más que miedo a morir.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Por eso me parece una putada la anticipación genética ;) (este es de tus comentarios en las comidas...)

F

Anónimo dijo...

Somos matrioshkas desoxirribonucleicas.
Esta bien saberlo.