Hola. Permítanme presentarme: soy el dueño del mundo. En primer lugar, desearía que no me confundieran con ese concepto que tienen ustedes de Dios. No soy etéreo ni me gusta que la gente crea en mí, o mejor dicho, no lo necesito. Hagan lo que hagan yo seguiré siendo su dueño. Es así, por tanto da igual que se resistan, es inútil que convoquen manifestaciones contra mí. Por muchos contenedores que tiren o muchos cajeros que quemen yo seguiré en mi puesto de manera irrevocable. Tampoco se crean que soy acaso un simple dictador (término que ustedes suelen utilizar con ese tono tan despectivo, como si fuera algo implícitamente malo), yo no mando sobre nada, sólo poseo. Quizás eso les alivie, piensen que así siguen manteniendo su libre albedrío (si es que eso existe aparte de como concepto). Si tal pensamiento les consuela de algún modo, adelante, no tengan reparos en hacer lo que les dé la gana. A mí me da exactamente igual. Si les resulta inexplicable mi actitud piensen en esta parábola: ustedes son las hormigas en mi hormiguero y a mí me importa un carajo lo que hagan las hormigas mientras yo siga teniendo mi hormiguero. Sí, las hormigas, ustedes, pueden acabar matándose entre sí y sería totalmente irrelevante: el hormiguero seguiría siendo mío. Puede que les siga pareciendo absurda mi actitud: si no puedo ejercer mi poder sobre mis posesiones pensarán que es una tontería tener tales posesiones. Pero eso seguramente les resulta así porque ustedes operan con lógicas proposicionales. Deberían aprender el placer de la posesión con la única motivación de poseer. No hablo de coleccionismos vulgares, no banalicen mi mensaje. Hablo del acto del dominio sin mostrar preocupación por lo que se domina. Quizás así dejarían de plantearse tantas dudas sobre la utilidad de hacer una cosa o la otra. Pero bueno, eso sólo es mi consejo. Hagan con él lo que quieran. Ya saben que a mí no me importa lo más mínimo. Eso es todo. Voy a tomarme un café.
2 comentarios:
Pero entre las virtudes de las hormigas está exprimir, degradar y destrozar el hormiguero.
¡Que aproveche!
Pero Él siempre podrá quemarte reflejando en ti la luz con su lupa... Soñad. El destino está escrito ya. pero si eso os alivia... Sois libres.
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