Si sólo fuera el hecho de estar aquí los dos solos no empezaría a hablarte de esta forma. Porque lo importante no es que estemos tú y yo, que suene en este pub una canción de Supertramp o que seas la tercera de esta noche. La camarera me mira con cara de preocupación. Mientras no llame a la policía no pasa nada, la verdad. Como te iba diciendo, todo esto que sucede ahora no importa, lo que realmente me preocupa, lo que me ha llevado a hablar contigo, a tratarte de tú a tú antes de beberte, es todo lo que no sucede. Porque todo lo que no ha sucedido me ha llevado hasta aquí, negando las demás opciones hasta acabar hablando con una pinta de cerveza como si estuviera loco. Qué estupidez. Pero no me voy a arrepentir de esto. Aunque parezca un error, por el simple hecho de que pudiera estar en otro sitio pasándomelo mejor que contigo. Porque este error es parte de mí, me configura. Pero asumo que me consumo, que hay riesgos implícitos en cada actuación, que no todo puede ser perfecto. Por supuesto que me jode, pero lo asumo. Es una cláusula que todos hemos firmado al nacer. Maldita sea. Me parece que la camarera ha cogido el teléfono y me mira con miedo. Habrá que pagar la cuenta e irse. Hasta nunca, rubia.
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