lunes, 14 de abril de 2008

Monólogo en la Gran Vía

Hoy día el mundo occidental tiende a la, permítanme el vocablo, superespecialización en todos los ámbitos. Hay especialistas en los campos más insospechados del conocimiento humano. Parece que esta tendencia marcará el futuro de los planes de estudios, de trabajo, etc. Yo, que no quería quedarme anticuado, he creado una nueva especialidad donde desarrollar todo mi potencial. Soy especialista en fracasos. Ya sé que hay muchos tipos de fracasos: amorosos, económicos, emocionales, familiares, políticos... No se extrañen. De momento pretendo hacerme experto en fracasos en general, para a posteriori especializarme aún más en algún tipo de fracaso concreto. Puede que no vean la utilidad de mi especialidad, no se lo discuto, pero yo la encuentro muy estimulante. Les explico cómo actúo. Para estudiar a fondo los fracasos me introduzco en el papel de fracasado, experimento conmigo mismo las diversas situaciones que llevan a un hombre normal y corriente, de a pie, como se suele decir, hacia un fracasado de uno u otro tipo. Por ejemplo, lo primero que hice fue declararme a una chica estupenda de la que me enamoré para que me rechazara. Quizás ese fue el peor de todos. Otro día me incliné por comprar acciones en bolsa, produciéndose una caída tremenda de su valor en el mercado a las pocas horas. Seguidamente intenté meterme a política para salir del bache financiero, pero mis compañeros de partido me cortaron las alas en cuanto vieron que podía ser un peligro. Y lo tuve que dejar. En el trabajo hice mal todos las facturas hasta que el jefe, harto, me despidió. Porteriormente un día de furia le rompí a mi padre su bien más preciado, el coche, martillo en ristre, lo cual provocó una paliza por su parte, la expulsión del hogar (pues había tenido que irme a vivir de nuevo con mis padres tras el embargo de mi piso, al no disponer de trabajo) y mi consecuente situación actual. Viviendo entre cartones en la Gran Vía, damas y caballeros. Así que por todo ello les pido, señores viandantes de buena voluntad, una mísera limosna para ayudarme y poder así completar mis estudios sobre el tema. Gracias, caballero, Dios se lo pague.

1 comentario:

Yago Galleta dijo...

Me recuerda a Hipólito, el escritorio fracaso de Amélie Poulain, aunque no sea el caso.


PD: Auto-recordatorio: Amélie Nothomb - Cosmética del enemigo